Al borde del camino y encaramado a la ladera de San Pedro, Huerta es un vergel a orillas del Vero. En las riberas duermen los vestigios de molinos y puentes de los que sólo quedan algunas piedras.
Las casas de tierra y piedra son el espejo de la vida de sus habitantes. Son construcciones simples, funcionales, perfectamente adaptadas al medio físico, a la tradición y a las necesidades de sus constructores. Destacan bellos ejemplos de portadas, algunas decoradas con signos geométricos, y patios
empedrados.
Costeras empinadas, calles de otras épocas, íntimas, nos llevan a la iglesia. Al templo románico se superpuso en el siglo XVIII un espacio completamente renovado y monumental, respondiendo a modelos del barroco popular.
Los fuegos nocturnos acompañan la fiesta de San Fabián y San Sebastián, el 20 de enero. Para el 15 de mayo; Huerta honra a San Isidro con la típica calderada de judías. También en mayo suben de romería al santuario
de Santa María de Dulcis. El ciclo culmina con la fiesta mayor para la Virgen de agosto. La noche de Ánimas, para recordar a los difuntos, Huerta conserva a tradición de horadar calabazas y encender velas en su interior.
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